jueves, 4 de diciembre de 2014

Una bomba en el jardín -Una lectura de Las señoritas de escasos medios, de Muriel Spark (Impedimenta)-.

 
«Hace tiempo, en 1945, toda la gente buena era pobre». Así comienza Las señoritas de escasos medios, de Muriel Spark (Impedimenta). Bien podría ser el comienzo de una historia épica en la que el tiempo, sembrado por la sangre, el sudor y las lágrimas, comienza a rendir frutos: la rendición alemana, el inminente fin de la Segunda Guerra, el pueblo inglés que hace frente a la falta de ropa y alimentos.
Si aquella épica existió realmente, no es lo que aparece en Muriel Spark.
Desde lejos, los edificios bombardeados le dan un aire señorial a Londres. Parecen castillos en ruinas. Pero al acercar la lupa se revelan como lo que son: casas simples de empapelado viejo y sucio, escaleras que no llevan a ninguna parte, cadenas de baño que cuelgan de un tercer o cuarto piso. Las señoritas de escasos recursos se muestran como mujeres abnegadas, caritativas, virtuosas, pero en el cotidiano están más preocupadas por los vestidos y los gramos que engordan con cada comida, que por el futuro del país. Viven en una residencia para mujeres menores de 30 años (aunque hay tres cincuentonas). El club “May of Teck”, fundado por la reina María antes de casarse con Jorge V, sobrevivió a los bombardeos alemanes. Incluso a una bomba que cayó en el jardín y rompió todos los vidrios. Hasta hay una mujer (una de las cincuentonas) que se empeña en decir que cayó una segunda bomba que quedó enterrada entre las plantas. Así es como se vive: entre contradicciones e imposturas, con ensueños de bohemia, esperando que estalle la segunda bomba que a nadie le importa y en la que nadie cree. 


lunes, 17 de noviembre de 2014

"De ratones y hombres" (La fuerza bruta) de John Steinbeck

El prestigioso novelista estadounidense (Salinas, 1902 - Nueva York 1968), premio Nóbel de Literatura en 1962, creador de obras realmente significativas tales como "Al este del Edén", "Viñas de ira" , "La perla", "En lucha incierta", "A un dios desconocido", "El ómnibus perdido",  “ Las praderas del cielo” , “ El largo valle” , “Tortilla Flagg”, “ Dulce Jueves” entre otras, nos ha dejado una breve novela, la cual he destacado con su nombre primigenio, queriendo devolver la dignidad del título original dado por el formidable escritor californiano, y que la industria editorial, tal como suele hacerlo generalmente, lo ha lanzado al mercado de habla hispana enfocado al eventual comprador, con otro en apariencia más comercial*.


En la actualidad, Distribuidora Waldhuter , dispone de varios títulos de este novelista . Cualquiera de ellos nos permite leer un autor cuya escritura   mantiene permanentemente  la magnificencia de su estilo  y la calidad incuesti
onable de uno de los mejores narradores norteamericanos del siglo XX.

Prolífico escritor, Steimbeck exhibe un estilo de conciencia y artesanía que puede definirse como la "voz" del escritor, y esta comunión se relaciona con las cualidades inherentes a la escritura, a la autenticidad del lenguaje puesta de manifiesto en la ejecución de sus obras. Sus letras denuncian la injusticia contra los sectores más humildes de su país, exponiendo magistralmente la cotidiana realidad de gente sencilla enfrentadas al el egoísmo y la malignidad de las clases "civilizadas" y abusivas.
 En "De ratones y hombres" asistimos a la amistad entre dos marginados sociales, George y Lennie quienes arriban hasta un Rancho del oeste norteamericano en busca de trabajo. George tiene a su cuidado al discapacitado mental Lennie, una especie de criatura en el cuerpo de un gigante. A partir de estos dos elementales personajes, uno el típico buscavidas, mujeriego y bebedor, sobrellevando como contrapartida, la carga que significa su amigo y su conmovedora inocencia y desmemoria sin atisbo de razón alguna, cuyos delirios se circunscriben a la obsesión de todo aquello que signifique suavidad al tacto de sus  enormes manos, acordes a su fuerza descomunal y descontrolada, Steinbeck va construyendo un melancólico y humano relato, cuya virtud reside en la propia transparencia del mismo, sin aparente elaboración previa y tal como si los hechos fueran sucediéndose de manera natural. La acción transcurre bucólicamente en un cuadro perfectamente confinado a la vida diaria del rancho, y en el cual los personajes centrales, van tejiendo una cadena de proporciones imprevisibles, la que es retratada  magistralmente por el autor , hasta que por la propia aceleración de los acontecimientos, el drama  conduce a un desenlace lapidario.

Leer "De ratones y hombres" es leer a un autor con el cual se hizo justicia mediante el Nóbel que recibió, es leer  un libro maduro e impecable que no  permite una sola tregua en su creciente tensión de humana sensibilidad.
Esta pequeña obra maestra de un escritor de la talla de Steinbeck, alcanza una cima muy alta dentro de su extensa producción como escritor.
Su lectura es altamente recomendable, y mas que ello resulta una necesidad  inexcusable.

 José Santos

viernes, 24 de octubre de 2014

Novedad de Eterna Cadencia

Las ideologías de la teoría de Fredric Jameson. Ensayo
• Este volumen presenta un panorama de las intervenciones críticas más relevantes de Fredric Jameson, su visión particular del marxismo, de sus alcances y de sus límites.
Las ideologías de la teoría incluye textos ya clásicos e insoslayables, como “Periodizando los 60”, pero también otros menos conocidos, en muchos casos reseñas de los libros y artículos que llevaron a Jameson a repensar su relación con el marxismo occidental. Jameson es ante todo un lector, que añade a su oficio el de cartógrafo: la suma de los capítulos dibuja un mapa total de los distintos territorios del dominio que emos dado en llamar “teoría”.
• Un libro monumental, que tiene la voluntad de incluir prácticamente todo y la virtud de explicitar los presupuestos políticos que han guiado el trabajo de delimitación de uno de los críticos contemporáneos más importantes.

784 págs.
ISBN 978-987-1673-53-7
15,5x 23 cm.

viernes, 26 de septiembre de 2014

La vida a paso de hombre

Entrevista:

El sociólogo francés David Le Breton reivindica la caminata como forma de resistencia.

Caminar es un buen anacronismo en el mundo contemporáneo de la velocidad, la utilidad, el rendimiento, la eficacia, de las tecnologías, es un acto de resistencia”, enfatiza el sociólogo francés David Le Breton, festejando, casi con la picardía de un niño, ser parte de esa gesta de caminantes a la que han pertenecido grandes escritores, pensadores y poetas. En su libro Caminar. Elogio de los caminos y de la lentitud (Waldhuter), lanzado recientemente en la Argentina, el autor explora el paso de los andariegos y, como todo senderista, se sirve de las huellas que han dejado otros caminantes, como Charles Baudelaire, Arthur Rimbaud, Virginia Woolf, Friedrich Nietzsche, Marcel Proust, Italo Calvino y Albert Camus, entre otros. “Escribo como un caminante, con una curiosidad infinita, con la sensación de buscar un diálogo amistoso con otros innumerables estudiosos, escritores, creadores, como si todos camináramos juntos por la ruta discutiendo, sabiendo escucharnos y argumentar cuando no estamos de acuerdo”, afirma Le Breton.
–¿Qué es, para usted, lo más valioso de la experiencia de caminar?
–Caminar involucra los recursos elementales del cuerpo, sin tecnologías, a paso de hombre, sin prisa, cada uno a su ritmo. Es una vuelta a lo sensorial, a la disponibilidad en los caminos y al alejamiento de las preocupaciones personales. Caminar es un reencantamiento de la existencia, es sentirse vivo, real, inmerso en el corazón del mundo. Es un acto de resistencia que privilegia la lentitud, la conversación, el silencio, la curiosidad, la amistad, la gratuidad, la generosidad, la contemplación. Tomarse tiempo hoy es una forma de subversión, igual que la larga inmersión en una interioridad que parece un abismo para muchos contemporáneos que sólo viven en la superficie de sí mismos y hacen de ésta su única profundidad. Caminar en el contexto del mundo contemporáneo podría evocar una forma de nostalgia.
–¿Hay en la lentitud, en la creación de un ritmo propio, una clave de la experiencia del caminante?
–El caminante establece su soberanía ante el calendario, su independencia frente a los ritmos sociales. No va más rápido que su sombra. La caminata desbarata los imperativos de velocidad, de rendimiento, de eficacia. Es un movimiento de respiración. El caminante es aquel que se toma su tiempo y no se deja atrapar por el tiempo. Ya no se trata del tiempo cotidiano acompasado por las tareas del día o los hábitos, sino un tiempo que se estira, que callejea, que se aparta del reloj. Una marcha en un tiempo interior, un retorno a la infancia o a momentos de la existencia propicios para una vuelta sobre sí mismo. La caminata exige una suspensión dichosa del tiempo, una disponibilidad a entregarse a improvisaciones.
–¿Cuál es para usted la diferencia esencial entre caminar y correr? ¿Qué implica la elección de una actividad sobre otra?
–También me gusta correr, pero la experiencia es distinta. Correr a pie poniendo el cuerpo en el centro radiante de la vida es un camino para valorizar lo mejor de nosotros mismos. Convierte el enfrentamiento consigo mismo en una prueba decisiva que el cuerpo ratifica. Genera un sentimiento de ampliación de uno mismo. Pero es sobre todo un esfuerzo sobre sí mismo, asociado a menudo a una necesidad de salud, un imperativo, un deber incluso. El caminante no tiene esta preocupación en cierto modo puritana, se mantiene dentro de un compromiso físico moderado pero siempre dichoso.
–Existe en la actualidad cierto fervor por el running, ¿a qué piensa que ello puede adjudicarse?
–A la obsesión de nuestros contemporáneos con la salud, a esa resistencia contra la humanidad sentada en que nos hemos convertido con un cuerpo generalmente inútil, incómodo y que hace sentir su malestar. Muchas veces correr, incluso en un lugar fijo en las salas de gimnasio, es una exigencia para recuperar la dimensión encarnada de la existencia.
–En su libro habla del ejercicio de caminar o correr en una cinta como un exorcismo de la caminata, ¿cree que quienes optan por ello están desechando el goce del andariego, aferrándose sólo a fines utilitarios?
–Sí, esa postura tiene un lado ridículo, narcisista. Alcanzamos aquí una fase suprema del puritanismo que afecta a una parte de nuestros contemporáneos. El cuerpo se transforma prácticamente en una prótesis. No sirve para nada en lo cotidiano. Los clientes de estos gimnasios son hombres o mujeres que permanecen sentados durante todo el día. Su cuerpo se hace sentir dolorosamente. En vez de ir a caminar o a correr al bosque, prefieren no abandonar la seguridad del universo tecnológico y aséptico que los envuelve. Le tienen miedo al encuentro, miedo de descubrir que hay otro mundo presente detrás de la pantalla de su computadora, de su parabrisas o las ventanas de su escritorio. Ya no viven la experiencia corporal y sensorial del mundo, mantienen su cuerpo.
Fuente: Revista Ñ

jueves, 25 de septiembre de 2014

Rusia: premio a la mejor traducción de literatura del siglo XIX por El doble. Dos versiones: 1846 y 1866, de Fiódor Dostoievski



Eterna Cadencia Editora y el traductor Alejandro González hemos sido galardonados por el Instituto de Traducción de Rusia con el premio a la mejor traducción de literatura rusa del siglo XIX por la edición de El doble. Dos versiones: 1846 y 1866, de Fiódor Dostoievski, lanzada en noviembre de 2013. Nuestro traductor estuvo presente en la ceremonia en Moscú. Aquí el momento de la premiación:

lunes, 8 de septiembre de 2014

TALLO DE HIERRO (Ironweed)

Por José Santos


William Kennedy  nació en 1928 y desde siempre ha vivido en Albany, New York.
Su ciclo narrativo está compuesto por novelas independientes, aunque vinculadas entre sí por su localización en Albany, que inicia con “ El camión de la tinta”, sigue con "Legs" y más adelante con " El juego más grande", "Tallo de hierro", "El libro de Quinn" "Reliquias muy queridas", “ Flores de fuego” y el último hasta ahora publicado en castellano bajo el título de “Roscoe”.
 En este encadenamiento de historias ambientadas en dicha ciudad, Kennedy crea una nueva saga dentro de otra, al traer a la vida una sucesión de personajes de una misma familia en cinco de estos títulos; los Phelan, protagonistas que por estar situados en tiempo y espacios distintos, no se entrecruzan en sus libros.
No obstante , es la maravillosa “ Ironweed” ( Tallo de hierro), la que se pega al alma del lector  con mayor fuerza que las que le anteceden y preceden  dentro de este quinteto significativo de novelas.
 “Tallo de hierro”, es una obra realmente extraordinaria, cuyo título es emblemático a una planta muy común en Albany, "la hierba de hierro alta" (Tall Ironweed), nombre que aduce a la dureza de su tallo y hace alusión a la vida desquiciada del personaje principal, Francis Phelan, ex jugador de béisbol, hoy marginal errante cuya existencia se desmorona poco a poco, perseguido por obsesivos fantasmas de las personas que ha matado durante una revuelta callejera en la época de la gran Depresión norteamericana, espíritus que le agobian y lo convierten en un hombre a la deriva, abrumado por sus mitos y terrores  internos. 
El relato está ubicado en el período cercano a la madurez biológica de un Francis Phelan transfigurado en un vagabundo que va de un lado para otro sin rumbo fijo. La historia inicia con Francis trabajando en forma ocasional en un cementerio en el que yace su pequeño hijo Gerald, muerto accidentalmente el día en que se le escurrió del pañal, entre sus manos. Aquella fatalidad lo llevó al abandono de su familia, convirtiéndose desde ese momento en un bebedor andrajoso que  encuentra, a una vieja novia y  ahora nueva compañera de borracheras.
 Esta relación entre dos alcohólicos que viven miserablemente en la calle, intentando ganar algún dinero de cualquier manera para comprarse su bebida, está enmarcada en una ciudad maltrecha e insolente que pretende simular que la Depresión no existe, que la realidad es una ilusión que puede desvanecerse con las primeras horas del alba.
Son varios los personajes que habitan esta novela fantástica, y cada uno de ellos tienen el honor de compartir el retablo de los actores principales dentro de la obra.  La historia avanza hacia un final que el lector  no puede presagiar, ya  que llevada por la mano maestra del escritor,  “Tallo de hierro”  culmina en  un  trabajo de literatura soberbia e inolvidable; una lectura preñada de genuina  y dramática capacidad poética, que  sacude sin concesiones nuestras emociones más firmes. 
 William Kennedy, uno de los grandes talentos vivientes de las letras norteamericanas, confirma con esta novela la maestría de un narrador de supremo nivel.
 Esta obra, que en 1984 ganara el Premio Pulitzer , el Premio Nacional de la Crítica y el Premio  del Círculo de Periodistas de su país -también fue llevada al cine con el protagonismo excepcional de Jack Nicholson y Meryl Streep-. 

Este jueves, presentación de Madame Bovary en la Alianza Francesa


jueves, 28 de agosto de 2014

Los relatos del padre Brown



Por José Santos

* In memóriam  de  Jaume  Vallcorba, editor fundador de Acantilado.  (1949-2014) 


El  extraordinario escritor inglés Gilbert Keith Chesterton nació en 1874 en Kensington, en los arrabales de Londres. Desde de muy joven se destacó como ensayista, novelista y poeta. Se supone que fue hombre que rechazaba la idea de Dios, no obstante que a los 48 años (1922), se hace bautizar cristiano católico por su amigo el padre O'Connor, quien seguramente le sirvió de modelo para sus libros policiales sobre el padre Brown. Esta nueva vida de fe y cristianismo, le llevó a escribir decenas de libros en analogía a su conversa actitud, y cada uno de ellos son un verdadero ejemplo de su alta e innegable calidad de escritor, y no fue en ninguno de ellos un excéntrico famoso, ni un predicador de iglesia; fue solamente un notable literato en las que sus obras apuntaron siempre al corazón de la espesura, en la cual podía tomar los más extraños laberintos y senderos tortuosos, pero siempre avanzando hacia el hogar, que era el fin inspirador de su pensamiento.
Los relatos del Padre Brown, publicados entre 1910 y 1935, son casi seguramente la saga y construcción literaria más apreciada del genial Chesterton. A partir de un humilde sacerdote surge uno de los más entrañables personajes que harán las delicias de todos los lectores. El "curita", armado solamente con una sombrilla y el agudo conocimiento del alma humana, desentraña crímenes y misterios en los que la realidad esquiva tanto la fría hipótesis como la ingenua elucidación de fenómenos científicamente inexplicables. Publicados en cinco libros durante el periodo precitado, (El candor del Padre Brown, La sagacidad del Padre Brown, La incredulidad del Padre Brown, El secreto del Padre Brown y El escándalo del padre Brown)  , la prestigiosa editorial española ACANTILADO los ha reunido en única edición, con más el agregado de algunos relatos del padre Brown nunca antes publicados en español.

En estas historias, como antes decíamos, el protagonista no es un detective privado, ni un policía, ni siquiera un aficionado a resolver crímenes; es un sacerdote papista, poco simpático, ubicado en plena Inglaterra anglicana. No es un Sherlock Holmes niun Hércules Poirot. Dotado de una agudeza que no demuestra su carácter sencillo, culmina siempre su actuación frente al acertijo resuelto, dando lecciones en nombre de la razón y la lógica con una humildad asociada a su forma de ser, a su espíritu de sacerdote que es consciente de que su ausencia puede llevar a los propios servidores de Dios, aunque sean piadosos y se muevan por móviles elevados, a hundirse en horrendos pecados, y esta sencillez y llaneza resultan insoportable a todos los que le rodean, ya sea la policía inglesa o las autoridades locales.

Quizás algunos de estos relatos del padre Brown parezcan demasiado ingenuos. No podemos leer a Chesterton como a  
Agatha Christie o a Sir Arthur Conan Doyle, porque Chesterton tiene intenciones muy distintas con sus palabras. Le gusta recrearse creando misterios cada vez más complicados e irresolubles, pero también busca difundir sus propias ideas y crear una pintura regional de las personas y lugares de su época, con especial énfasis en fragmentos de la vida habitual que muchos pasarían por alto. Excepto su inolvidable personaje, hoy todo un icono de la literatura detectivesca de principios del siglo XX.

Chesterton fue un apologista pero de manera especial, jamás abstracto, solemne, docto o superficial, es el genio de la paradoja y pone el humor al servicio de la fe; un ejemplo son estos relatos reunidos en un libro muy "querible", uno de esos textos que nos sacan de la rutina y lo convencional, para darnos un muy buen tiempo de lectura, en suma  una obra imprescindible.



viernes, 22 de agosto de 2014

La subjetividad en la literatura

Por José Santos


La subjetividad o el subjetivismo resulta ser el predominio o la supremacía de lo que se aplica a la persona  que procede  y conceptúa llevado de sus propias consideraciones sobre cualquier otro miramiento.
Es una opinión  que no admite otra realidad que la conciencia individual de cada sujeto como principio de explicación de cualquier forma o entidad, y da por lo tanto al sujeto, predominio  frente a la esencia; a lo interno frente a lo externo y objetivo.
El subjetivismo se manifiesta en todo orden de cosas. La literatura es una de las principales fuentes de artes, en la que se aplica este principio en vasta magnitud.
Por ejemplo, en la vida diaria veremos a cada momento, una discusión sobre lo que “es literatura pobre, de pasatiempo y  sin ningún condimento de grandeza” en rigurosa oposición de la escritura de culto, enriquecida por el virtuosismo de los grandes escritores cuya fama no es una graciosa concesión de la Providencia.  Y hay un temible error en todo esto. El “bestsellerismo”  puede convivir naturalmente y en armonía con  la literatura de raza, es decir con los libros de aquellos que integran el panteón de los grandes escritores del planeta. Allí es donde aparece en todo su esplendor el concepto de lo subjetivo.
Ocurre que un mismo individuo puede optar por una  o ambas líneas de lectura; todo está en la “sensación” que  en ése momento desea obtener de una lectura.
La cultura de un individuo que lee, no se compone de fundamentalmente de informaciones, sino más bien  como en el caso de un jugador de ajedrez, de una mezcla de reglas del juego y de una visión global del terreno de juego. Es decir si tiene todo esto  podrá saber lo que ha perdido y lo que ha ganado, y conservará intacta la capacidad de jugar nuevamente, aunque por el camino hayan caído  algunos  de sus conocimientos.
Al menos eso es lo que yo creo.

jueves, 14 de agosto de 2014

Grandes escritores piden a Amazon que “no tome a los libros de rehenes”

Las nuevas batallas del mundo de la cultura. Autores como Paul Auster, Stephen King y Donna Tartt publicaron una solicitada en The New York Times.

Los escritores sean unidos. No lo dijo el gaucho Martín Fierro, pero lo pensaron los más de 900 autores que ayer publicaron una carta a página entera en el New York Times para pedirle a Amazon que su disputa con la editorial Hachette no los meta en el medio. Firmaron, entre otros, nada menos que Paul Auster, Stephen King, Michael Chabon, John Grisham, Nora Roberts y Donna Tartt.
El conflicto se disparó en junio y enfrenta a dos gigantes. En un rincón, Amazon, la megatienda online que concentra el 65 por ciento de las ventas de libros en Estados Unidos y que presiona para que el público se vuelque cada vez más al libro electrónico. En el rincón de enfrente, Hachette, la editorial que nació en Francia en 1826 y que hoy, convertida en multinacional, ocupa el cuarto lugar en ventas en Estados Unidos. El precio de los libros electrónicos es el quid de la cuestión, y desató el enfrentamiento cuando Hachette se negó a cumplir con los descuentos que Amazon pedía.
Ante esa negativa, Amazon no se anduvo con chiquitas: decidió que los libros de Hachette no podrían ser pre-vendidos, demoró las entregas de esos ejemplares y hasta sugirió en la página de algunos autores del sello que sería mejor leer un libro de otra editorial.
De esas medidas justamente se queja la carta que casi un millar de autores firmó, que publicó el New York Times y que puede leerse completa en www.authorsunited.net. “Este tipo de disputas ocurren todo el tiempo pero usualmente se resuelven en una habitación corporativa: Amazon hizo algo inusual apuntándole directamente a los autores de Hachette (...) Como escritores sentimos que ningún vendedor de libros debe bloquear o desalentar ninguna venta”, aseguraron los escritores, y agregaron, sin edulcorante: “Alentamos a Amazon en los términos más firmes posibles a que no lastime los medios de vida de los autores sobre los que construyó su negocio. Ni los lectores ni los autores nos beneficiamos cuando los libros son tomados como rehenes”. Invitaron a sus lectores a contactarse con Jeff Bezos –dueño y CEO de Amazon– para hacerles conocer su opinión sobre la disputa.
La misma estrategia, a medio camino entre la empatía y el apriete, había usado Amazon en un correo electrónico que mandó el viernes a sus “queridos lectores” –suscriptores de Kindle de Estados Unidos– y que publicó en www.readersunited.com. En su carta, la megalibrería explica que justo después de la Segunda Guerra Mundial la industria del libro se vio sacudida por la irrupción de las ediciones de bolsillo, cuando un libro pasó de costar 2,50 dólares a 25 centavos. Para Amazon, la del libro electrónico es otra revolución: “Queremos precios más bajos para el libro electrónico, y Hachette no (...) Un libro electrónico no tiene impresión, no hay devoluciones ni costos de depósito o transporte. Por eso pueden y deberían ser más baratos”, publicaron, e invitaron a contactarse con el CEO de Hachette –hasta otorgaron su dirección de correo– para hacerlo reflexionar. Según Amazon, un libro que vende 100.000 copias a 14,99 dólares, vendería unas 174.000 a 9,99. “Todos ganan”, dice la tienda online.
Fuente: Revista Ñ

martes, 12 de agosto de 2014

El hombre que odiaba comprar online

Por José Santos


Un día soleado de otoño  paseando por el boulevard  del pueblo, me encuentro con un amigo que me preguntó que llevaba en un paquete con sello del Correo Argentino, y cuando le dije que eran dos libros, me saltó con una serie de cuestionamientos  tales como: “Y sí, la verdad  que un loco de la lectura, las palabras y todas esas cosas, no puede recibir algo que no tenga páginas; es algo que no entiendo como puedes perder tanto tiempo con tus benditos libros, si tienes miles; y para colmo lo pides a otras partes, seguramente a Buenos Aires, aunque sé de sobra que también sueles comprar en España. ¿Por qué no los compras aquí o en Neuquén?”
Yo, tal vez, si me encontraba con la montura ladeada le podía haber salido con un disparate, pero algo respecto de buenas maneras y modales  me han enseñado esos libros que tanto le fastidiaban a este amigo.. Yo no me iba  a poner  a darle una explicación detallada sobre los mecanismos de compra online y de los “porqué” de las compras online.
Cómo también me inquirió sobre otros particulares relacionados con estas adquisiciones, tales como si alguna vez me hubiesen “jodido” comprando “online”. Amplió sus dudas  sobre ¿cuánto tiempo te tarda en llegar? Y siguió con otras cuestiones explicándome  que a él  no le agrada eso de  comprar medio a ciegas., pues no tiene seguridad que el vendedor lejano le cumpla en todo, o que por ahí le despache en diez días o cuando se le cante a él , que también le pueden  salir  con que el tipo o el comercio le hizo el despacho y no lo envió, siguió con sus terribles premoniciones de  “no sé, tantas cosas pasan a diario, que uno lee en los periódicos y la tramoya está a la orden del día., y que me veía  caminando por las paredes apenas pasara una semana  y el dichoso libro no llegara, que él ( mi amigo) estaba  quemado  y como dicen que el que se quema con leche cuando ve una vaca, llora, para culminar su desalentador monólogo diciéndome que él cuando quería un libro, compraba en el pueblo, platita contado o tarjeta, “clink” caja y a otra cosa mariposa……... 
Cuando pude detener esa máquina de picar hojas de papel, con la paciencia de un santo le expliqué que yo era un lector de los  mal llamados compulsivos, y digo mal llamados pues leer no es un vicio como el juego, el alcohol u otros similares; la lectura es llenar la vida de tiempo placentero, leer es viajar, leer es como a quien le agrada el cine o la música, pasa mucho tiempo  dedicando a esos momentos de esparcimiento. Le recalqué que los  libros son mi vida; sin ellos no podría vivir gratamente. Que cuando uno comienza a leer y sigue por ese camino, poco a poco va dejando el llano, para adentrarse en los montes de suave pendiente y que  para llegar a las altas cumbres, te puede llevar una vida completa y quizás ni siquiera esa vida te alcance. Le puntualicé que a mi edad, recién  estaba tratando de comenzar a trepar las primeras estribaciones  de las cordilleras y para ello debí ejercitarme toda una vida. Qué comencé como casi todos leyendo revistas, comics , libros para jovencitos , y ese fue el arranque. Luego vinieron escritores más importantes, y así sucesivamente; hoy recorro el universo de los libros buscando cada día esos inhallables, libros que se imprimieron en escasa tirada hace más de medio siglo en muchos casos y desaparecieron del mercado pues no fueron reimpresos, o porque han sido editados en otros países y no han ingresado nunca a la Argentina .

Seguí, ahora el enardecido era yo,  y no le dejé meter bocado.

Algunos, de tanto en tanto, llegan a mis manos y otros definitivamente  quedarán fuera de mi alcance. Hay millones de autores  ignotos  que son verdaderos genios, que por razones que no logro comprender han sido desechados por la industria editorial, pero para suerte de tantos lectores , muchos de estos inhallables se están editando,  por fin, dentro y  fuera del país, y por fortuna tenemos empresas en el país que los que no se imprimen aquí los importan y lo ponen a nuestro alcance .
 Por fortuna, también  hay unas empresas editoriales nuevas, nuestras, es decir argentinas, que seleccionan títulos y autores notables, especialmente aquellos de los que te hablé antes.
Estos que tengo en el paquete que llevo, son dos de estos libros de los que te he hablado.
Pero increíblemente no lo había vencido, porqué apenas tomé aire para respirar, me saltó con algo así “ ¿ Cómo se hace para elegir seguro el lugar donde comprar a través de Internet  y no te “ garquen”, con el tiempo, con el estado de los “ brolis”, con el precio, con el sistema de envío, que por ahí están entongados con alguna empresa de ómnibus – y en alguno casos todo llega cuando quiere el transporte, y si viene roto o mojado o  abierto, le reclamás a “magoya”?

Apenas le encontré un huequito en su perorata, tranquilo como agua de tanque, le expliqué: El asunto es sencillo.   Con el correr del tiempo , vos aprendés a conocer “ los bueyes con los cuales te pones a arar”. Y allí comprás con toda seguridad, y te contesto. Lo que esta gente seria y responsable te envía , no es más ni menos que lo que vos pediste. Todo llega bien embalado, el material siempre es nuevo, allí no hay mula de ninguna naturaleza y el envío te lo hacen por el Correo Argentino o por Oca ; mayormente por el correo oficial de la nación. Así que depende de donde vivas serán los días que te han de tardar en recibirlo, pero nunca una enormidad, que te provoquen el temor de saber si llega lo adquirido, y cuando llega….. y seguí…. Te das cuenta que estamos a más de 1200 kilómetros de Buenos Aires y yo a veces en dos días, tres a lo sumo, ya tengo los libros. Es cierto esos tres días me parecen años, porque la ansiedad en leerlos hace que me “auto fagocite” internamente y los intestinos se me retuercen como lombrices gigantes, pero cuando llegan , la alegría de tenerlos entre mis manos, supera todo lo causado por la espera. Pensá en otros “ tipos” como yo,que viven en Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Salta, Jujuy, Misiones, y otras provincias todas más lejanas que la nuestra , bueno te digo con conocimiento , que tal vez con mucha mala suerte les llegue a tardar  unos cuatro días hábiles. ¿ Vos sabés que hay unos aparatitos que vuelan por los cielos , los que antes que vos llegues a Neuquén, aquí al lado nomás, si hay algún piquete con cortes intermitentes, los aviones han cruzado más de medio Argentina a lo largo,  y toda,  a lo ancho. Entonces, - y ya llegaba a mi casa, así que rematé con un : “ Pedazo de cabezota, si eliges una empresa seria, responsable, moderna en todos sus conceptos, a los que puedes escribir antes de comprar si quieres más tranquilidad, lo haces  y  no me vengas que es inseguro este medio, y si no te apetece, seguí comprando por aquí nomás, pero no busques lo inhallable que un día querrías leer , porque de eso, aquí, como decía el gallego Fuentes, de eso naaaaa…...  Nos vemos otro día...

viernes, 8 de agosto de 2014

El desierto de los tártaros

Por José Santos.


Con "El desierto de los tártaros" nos ha dejado una obra intensa y nostálgica a la vez, una gran creación que emerge casi de manera excepcional, de entre una escasa producción de este escritor no muy bien calificado por la crítica de su tiempo, logrando al fin con la publicación de este libro – un extraordinario y  deslumbrante  trabajo- , el reconocimiento universal y el legítimo lugar reservado para los artífices de las grandes letras.
Un ambiente de interminables espejismos y alucinaciones, envuelve a esta verdadera joya de la literatura. Un profundo trasfondo abstruso hace que afloren de ella incesantes referencias metafóricas respecto de las alternativas fundamentales de la vida del hombre. Giovanni Drogo, teniente destinado a la Fortaleza Bastiani, marcha a su misión con el presagio de que algo en la vida, lo arrastra hacia un total aislamiento, hacia el destino de soledad que finalmente lo atrapa.
 La desconocida y colosal fortaleza emplazada en los límites del desierto que fue reino de enemigos legendarios, los tártaros, lo recibe enigmática e imponente. Sus ocupantes parecen agobiados por la ansiedad de la espera, aguardando a los agresores que vendrán del norte, y el teniente Drogo se sumerge en el mismo clima de vigilia, de ansias de gloria que sólo habrá de lograrse cuando las tropas de la vieja guarnición, termine con el inacabable peligro de ataque que nunca se concreta.
Las luces y sombras espectrales del desierto se yerguen prometedoras en cada alborear, y también, cada noche, la decepción hace abandonar infinitamente la esperanza de la muerte honrosa. Con el transcurrir de los meses, de los años, progresivamente el teniente Drogo comienza a comprender que esperando a los míticos enemigos, ha perdido todo contacto con la realidad, con su juventud ya lejana, con su pueblo, sus amigos, sus amores y su familia, y quizás con el propio valor que debe hacer del peligro su elemento. Su aguardar por las trompetas de la guerra, mientras otea lejanos ejércitos adversarios que se mueven en la realidad de su esperanza o en el engaño de su imaginación, lo convierten en un fantasma petrificado que paulatinamente se inclina sobre la sombra de la vieja fortaleza y se integra a su propia leyenda. Sabe interiormente que ha comenzado a transitar un sendero sin regreso y en soledad, cuya única ventaja es no tener cómplice o enemigos que temer. Finalmente, martirizado por la eterna decepción del combate que no llega, el teniente Drogo, puede comprender lo que ya no puede remediar. No tiene respuestas a las preguntas que nunca se ha hecho.
En este ambiente de pesadillas, por fin el esperado enemigo parece construir un camino con intenciones hostiles y la futura contienda comienza a tomar forma, pero el teniente Drogo, enfermo, traicionado por uno de sus pares, alejado de su puesto, inicia el camino de la muerte sin gloria, y al igual que varios de sus camaradas, morirá fuera de las murallas de la fortaleza Bastiani.
 Es que quizás nadie puede morir en ella, porque tal vez, nadie, en realidad, nadie vive allí.
Leer este libro maduro, impecablemente bien escrito, sin golpes bajos y quizás con más de una lectura, es acceder a un imborrable estudio de las convicciones y fracasos del ser humano. La magia y la fascinación de la soledad constituyen la sustancia transformadora de esta obra, a mi juicio, genial, y nos hace percibir la profundidad de su hallazgo.
Si jamás leíste a Dino Buzzati, este es un buen momento.

viernes, 18 de julio de 2014

Las lecciones de amor de Jaume Vallcorba (Acantilado) a un joven editor


 El último informe de la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) no habla del amor. Ni de cómo mantener incorrupta la pasión por los libros, a pesar de la debacle, de las ventas en picado, de la falta de solución para remontar el batacazo, de la facturación dramática en un país empobrecido, ni del libro convertido en un objeto de lujo. El amor en tiempos del cólera lo pone el profesor Jaume Vallcorba, el editor más elegante de este país, desde que en 1999 fundara la editorial Acantilado.
Hace unos días hizo llegar una conferencia a los editores del futuro, que se forman en el Instituto de Educación Contínua de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, en el marco de clausura del Máster de Edición, que dirige Javier Aparicio Maydeu, donde el maestro esboza su legado en forma de código de buenas prácticas del editor sin fisuras. El texto al que este periódico ha tenido acceso contiene las claves de la supervivencia de un oficio, en las que no oculta los peligros a los que el propio sector ha arrastrado a su amada tarea.
UNO: EDITAR ES AMAR
La última palabra de Jaume Vallcorba escrita en su conferencia es la mayor lección de todas: “amor”. El amor es irrenunciable para el editor. No hay nada que se le interponga, que le distraiga de sus tareas, que le haga perder su tesón y su voluntad, al menos en aquellos editores cuya voluntad es la de crear libros que acompañen toda una vida, no unas paradas de metro. El amor por sus autores está por encima de todo, para conseguir de ellos “el máximo de sus posibilidades”. “Ayudarle a mejorar, créanme, no significa adaptar el texto a los gustos imperantes, en aras de una mayor popularidad o una mayor venta, sino ayudar a limar las asperezas que lo afean o lo desfiguran”. Con ellos en los aciertos y en los éxitos, en los errores y los fallos. El amor no se agota nunca. Ni siquiera treinta años después.
DOS: UN EDITOR TIENE RESPONSABILIDADES
Y no sólo con su empresa. Sobre todo, con la sociedad en la que interviene. Para Vallcorba un editor debe asumir ciertas responsabilidades, porque de su oficio deriva la construcción de una personalidad, ya sea individual o social. El editor tiene alcance al pensamiento humano, dice. “Editar, ha sido para mí, desde el principio, proponer a unos amigos que no conocía una lectura que pensaba que les podía gustar, estimular y enriquecer. Estoy convencido de que un libro es capaz de modificar a su lector por el simple hecho de haberlo leído; que puede cambiar, en el lector, algo importante”. Nadie es la misma persona antes y después de la lectura.
TRES: LAS VENTAS NO LO SON TODO
De hecho, si el libro no tiene ningún atractivo, aún con muchas ventas, “se verá fuera del ámbito personal de interés y actuación de un editor tal como yo lo concibo”. Y lo concibe como un oficio en el que confluye el trabajo intelectual y artesanal, desde la idea a la publicitación, distribución y venta. Vallcorba nunca ha renunciado al “tino empresarial”, ni a la visibilidad del libro. Porque “sin visibilidad, no hay existencia”.
CUATRO: UN TRABAJO INVISIBLE Y TRANSPARENTE
El editor está escondido tras las páginas, se hace “invisible” y “transparente”. “Me habrán oído decir que creo que un libro debe ser como una pantalla cinematográfica, en la que la acción se desarrolle sin que ésta sea percibida: una errata, una mala traducción, una mala edición, una mala tipografía son manchas en esa pantalla”. Vallcorba recomienda que sólo en un punto el libro y el editor deben hacerse visibles: en la librería, compitiendo con el resto de novedades. Ojo con el diseño: “Creo que un libro, más que llamar la atención por su estridencia, lo debe hacer por su silencio”.
CINCO: EL CATÁLOGO ES UN GRUPO DE AMIGOS
El marco al que se refiere Vallcorba es el catálogo, donde se relacionan autores que entran en diálogo. “Lo más importante será el grado de sintonía, la amistad que pueden establecer los libros entre ellos, fruto de esa simpatía espiritual que habrá sabido poner de relieve su editor”. “Con los libros pasa lo mismo que con las personas. Y no es lo mismo encontrar a Stefan Zweig por la calle en compañía de cualquiera que en la de Joseph Roth, que fue un amigo cercano en vida, o en la de Chateaubriand, con quien dialogo desde la distancia en el mundo del espíritu”.
Con ser un clásico no basta, asegura. El autor necesita de sus amigos, necesita sentirse a sus anchas en una conversación civilizada. “Es esa conversación la que ayuda a construir un marco y la que da forma a cualquier catálogo editorial”. El editor es el responsable de su coherencia, de las amistades, es la persona responsable de poner en contacto a autores en común, con lectores que se reconozcan de golpe en ellos.
SEIS: EL DESIERTO ES INTERNET
“El mejor de los libros puede hacerse invisible a sus hipotéticos lectores sin el trabajo fundamental que sobre él debe ejercer su editor. Cada día aparece un número indeterminado de libros nuevos, algunos de ellos verdaderamente valiosos, que son destruidos al cabo de un tiempo por una guillotina implacable. Y muchos otros que aparecen colgados en internet, como ahorcados mecidos por el viento, sin que nadie les preste atención. Lo infinito de internet se asemeja peligrosamente al desierto. A un desierto estéril”, dice. ¿Los hay fértiles? El énfasis contra la autoedición le hace redundar al editor, que define su tarea como salvador de libros interesantes al darles un marco.
SIETE: MEJOR EL PAPEL
Como la forma cuenta en la configuración del marco, “una manera de subrayar esta comunión, sin duda, reside en el aspecto que adquiere el objeto en el que el libro toma cuerpo”. “Es quizás por esto que soy tan poco amigo de las pantallas electrónicas”. Vallcorba subraya la importancia de la forma que toman los libros de una editorial como “algo fundamental”. Hacer lo contrario, hacer cada libro distinto a los demás, tender al pelotazo puntual y la desintegración de la imagen de colección, es “darle un protagonismo material, es tender a lo excéntrico y a lo raro”. Es una de las claves del éxito comercial, pero “privarlo de estar en una sala en conversación con sus potenciales amigos”.

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viernes, 4 de julio de 2014

Fragmentos reunidos de la cultura estadounidense

 

  Con pulso de artesano, Sherwood Anderson narra la vida de un pueblo norteamericano de principios del siglo XX, en donde las fantasías ocultas, la religión y la concepción del trabajo son algunos de sus ejes.Eterna Cadencia acaba de editar Winesburg, Ohio, título que dejó una marca en la historia de la literatura estadounidense. Se trata de un libro relevante no tanto por ser uno de esos clásicos leídos, conocidos y repetidos por todos, sino, en todo caso, por ser parte del caudal inicial que moldeó la escritura de autores como Faulkner y Hemingway. Publicada originalmente en 1919 la ¿novela? de Sherwood Anderson narra en 22 historias fragmentos de la vida y la obra de un grupo de personajes de Winesburg, pueblo de media o pequeña escala. En varios de los relatos Anderson utiliza como vehículo a uno de sus personajes, George Willard, reportero del Winesburg Eagle, y candidato a escritor, para recorrer el terreno e interactuar con el resto de los personajes. 

Uno de los mayores logros del libro es la sensación de cercanía que provoca Anderson entre sus personajes y el lector. Con sus operaciones consigue un efecto doble, por un lado narra la historia de estos pueblerinos y a la vez alumbra la intimidad, sus verdaderos deseos, como cuando enfoca a la madre de George: "Soñaba con unirse a alguna compañía y viajar por el mundo, viendo siempre caras nuevas, dando algo de ella a la gente", y se detiene en sus impulsos, en sus frustraciones, incluso en la idea de sacrificio: "Dios puede golpearme con sus puños. Recibiré cualquier golpe que pueda descargarse sobre mí con tal de que a mi hijo se le permita expresar algo en el nombre de los dos." Y la presencia de Dios no se restringe sólo a la vida de Elizabeth, reaparece en el libro en distintas maneras, como en el caso de Piedad, una historia en cuatro partes, relato en el que su protagonista, que padece un nivel enfermizo de ambición, conecta su presente con una serie de fantasías bíblicas, también vinculadas al sacrificio: "Debo poner la sangre del cordero en  la cabeza del chico", murmuró Jesse cuando los troncos habían empezado a arder con fuerza, y tomando un cuchillo largo de su bolsillo dio media vuelta y caminó velozmente hacia David." Y aunque Jesse no desea hacerle daño a su nieto no logra comunicar sus verdaderas intenciones, la idea de tributar un animal y agradar a Dios, sino que genera una sensación de peligro ante la persona que considera más importante en su vida.  
Anderson le confía al lector lo que permanece oculto para el resto de los habitantes de su libro, y esto construye un pacto de lectura intenso, con el paso de las páginas se es, a la vez, lector y confidente de los personajes. Y su prosa es fluida, incluso con pocas palabras describe momentos trascendencia, encuentra la revelación en cada historia. «

 

sábado, 28 de junio de 2014

LA REGIÓN MENOS TRANSPARENTE

libros

Escritor bisagra entre los padres fundadores y la generación de entreguerras de la narrativa norteamericana, Sherwood Anderson logró crear un universo propio, con personajes representativos del “hombre medio”, pero siempre aspirando a una fuga aventurera, ambientado en el Medio Oeste de los Estados Unidos. Una nueva versión de su clásico Winesburg, Ohio y los cuentos de La chica de Nueva Inglaterra coinciden felizmente por estos días en las librerías locales.
Por Mariana Enriquez
El Medio Oeste de los Estados Unidos es una región enorme, poderosa económicamente y en general poco estimada, como si el corazón del país fuera monótono, tosco, menos interesante que las dos vistosas costas o el mitificado sur. El Medio Oeste ocupa doce estados: Illinois, Iowa, Indiana, Kansas, Michigan, Minnesota, Missouri, Nebraska, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Wisconsin y Ohio. Ahí están las ciudades de Chicago y Detroit; ahí vivieron los sioux, ahí nacieron Chuck Berry, Bob Dylan, Michael Jackson, Madonna, Henry Ford; es el rust-belt, el cordón industrial, y todavía es la región que da vuelta cualquier elección en Estados Unidos. Aun así, en el imaginario, el Medio Oeste aparece como una región polvorienta de fábricas, maíz y lagos helados, un lugar de donde escapar, un punto de partida.
La cuestión de clase tiene que ver con esta poca estima; también, la falsa idea de que el Medio Oeste no ha dado una literatura tan poderosa como la de otras regiones del país. Se trata de la región que ha dado el libro que encabezó la literatura moderna de los Estados Unidos: Winesburg, Ohio (1919) de Sherwood Anderson, texto bisagra entre los grandes padres –Melville, Hawthorne, Thoreau, Whitman– y los nombres fundacionales de Hemingway, Faulkner, Thomas Wolfe y F. S. Fitzgerald. Durante mucho tiempo, Winesburg, Ohio fue considerado un libro de cuentos; ahora los críticos prefieren reconocerlo por lo que es, una novela atomizada o, como define Luis Chitarroni en el prólogo de la nueva edición que acaba de publicar Eterna Cadencia, “una de las primeras narraciones fragmentarias”. A esta edición de Eterna Cadencia hay que agregarle la notable traducción de Natalia Moret. Winesburg, Ohio está libre de derechos y en 2010 había aparecido la edición de Acantilado con una también muy buena traducción de Miguel Temprano García, pero ésta tiene las muchas ventajas de lo local, desde la ausencia de ciertos giros castizos enojosos hasta, cuestión no menor, el precio.
Con su preámbulo activo (o “hall distribuidor”, dice Chitarroni), recurso técnico que luego sería usado por, entre otros, Ray Bradbury en Crónicas marcianas, en Winesburg, Ohio, Anderson recorre las vidas entrecruzadas de los habitantes del pueblo con el joven periodista George Willard como hilo conductor, un chico que empezará el libro como testigo de historias y ocasional escucha de las vidas ajenas y terminará, una vez muerta su madre, partiendo de Winesburg hacia el futuro (un movimiento muy propio de la narrativa del Medio Oeste, que a lo mejor debe su reputación a esa condición de ser el lugar de origen que debe dejarse atrás).
Winesburg, Ohio posiblemente tenga su origen e influencia directa en la Antología de Spoon River de Edgar Lee Masters, publicada apenas algunos años antes, en 1915. Lee Masters era también de la región: nació en Kansas y trabajó casi toda su vida en Chicago. Anderson nació en Candem, Ohio, y pasó muchos años de su vida como hombre de negocios en el pueblo de Elyria y en Chicago, hasta que no soportó más esa vida y decidió dedicarse a la literatura y al periodismo. Su registro de “el hombre común”, su preferencia por el paisaje y la psicología por sobre la trama y el efecto de una prosa llana, despojada, de cronista, con momentos de intensidad lírica, cambiaron la literatura: en el futuro, la galería de personajes, el pueblo como microcosmos y el testigo que lo cuenta serían reinventados por Yonknapatawpha, Comala, Macondo, Santa María.
De los muchos personajes clásicos de este libro hay varios inolvidables: Wing Biddlebaum, el ex maestro acusado de abusar de chicos; el reverendo Curtis Hartmann, que espía a su vecina, la maestra que fuma desnuda y cree ver en la mujer un signo de Dios; el muy serio Seth Richmond, el misógino Wash Williams, el fanático religioso Jesse Bentley, que en su relato “Piedad. Una historia en cuatro partes” cuenta, también, los grandes cambios que la industrialización trajo a la región. Pero el más inolvidable es Alice Hindman, la protagonista de “Aventura”, la chica que espera al novio que no vuelve y una noche sale a correr por las calles, desnuda. Cuando vuelve a su casa y se mete en la cama, Alice “trató de afrontar con dignidad la idea de que mucha gente debe vivir y morir sola”.
La chica de Nueva Inglaterra. Sherwood Anderson Nórdica 223 páginas
“Aventura” es una palabra que se repite en Winesburg, Ohio; es una palabra que vuelve a aparecer en los relatos inéditos en castellano de La chica de Nueva Inglaterra (Nórdica), una colección de relatos tomada casi en su totalidad de The Triumph of the Egg (1921); de hecho, las únicas modificaciones respecto de este libro son dos relatos eliminados, “The Dumb Man” y “The Man with the Trumpet”. Anderson no volvió a tener un éxito como el de Winesburg, Ohio (su novela The Dark Laughter, de 1925, vendió mucho, pero hoy nadie la lee) y ninguno de sus otros libros fue rescatado por los lectores o los críticos. Quizá sea tiempo de revisitar a Sherwood Anderson: en La chica de Nueva Inglaterra hay relatos impresionantes. Uno de ellos es “Quiero saber por qué”, famoso porque Richard Ford dijo que le había disparado su vocación literaria a los 19 años y agregó: “Es el mejor relato que he leído en mi vida a propósito del universo de los caballos, mejor incluso que los del propio Faulkner”. “Quiero saber por qué” está contado en primera persona por un adolescente que ama a los caballos y va a la mítica carrera de Saratoga, en Kentucky, al sur de Ohio. Ahí conoce al entrenador de su caballo favorito y cree tener una conexión con él: la pureza de la relación entre el coach y el animal lo lleva a una epifanía. Una epifanía que será destrozada cuando siga al entrenador hasta un burdel y lo vea degradado y fanfarrón. Y entonces: “En las pistas, el aire ya no es el mismo, ya no huele tan bien, ese lugar ha perdido su encanto”. La aventura termina en desencanto y aparece el otro gran tema de Anderson, junto con la soledad y la inquietud: la pureza. O, mejor dicho, la dualidad de pureza y bajeza. “La chica de Nueva Inglaterra”, el cuento del título, recuerda a Alice y su “aventura”: la chica, Elsie, también termina desnuda, bajo una tormenta, en medio de un maizal en Iowa, preguntándose si la vida sólo tiene para ofrecerle una casa campesina, sus primos medio brutos, la soltería en el campo. “El huevo” es el relato que más recuerda a los hombres rotos de Winesburg, con un chico que cuenta los fracasos de su padre, un mal comerciante que cae en esfuerzos patéticos por levantar su triste restorán de ruta.
Winesburg, Ohio. Sherwood Anderson Eterna Cadencia 252 páginas
Hay un centro de silencio en estos personajes, en este paisaje, en estos relatos. En “Hermanos”, un relato episódico sobre el contraste del pueblo y la ciudad, Anderson dice que de la boca de un hombre sale “la historia de la soledad humana, el esfuerzo por atrapar la belleza inalcanzable”. Todos los personajes de Anderson, incluso los derrotados, están vencidos después de un enorme esfuerzo: la búsqueda de eso que llama vagamente “aventura”, que toma muchas formas (el deseo del amor, la felicidad, el progreso, la notoriedad y que rara vez, si alguna, se consigue). La chica de Nueva Inglaterra no tiene la forma admirable de Winesburg, Ohio, aunque hay aquí cuentos impresionantes, llenos de una tristeza sin nombre, pero de enorme e inabarcable presencia, como la región donde estos hombres y mujeres viven, y que los habita.


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"El absoluto literario" de Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy (Eterna Cadencia). Por Francisco Jiménez de Cisneros .

Eterna Cadencia ha publicado El absoluto literario. Teoría de la literatura del romanticismo alemán de los franceses Philippe Lacoue-Labarthe y Jean-Luc Nancy. El absoluto literario es una de las más monumentales obras de la historia de la crítica literaria, una especie de biblia del romanticismo alemán, que permaneció, hasta hoy, inédita en español pese a que su versión original fuera publicada en Francia en 1978.
Surgido en Jena hacía el 1800 en torno a la revista Athenaeum y al grupo formado por los hermanos Schlegel, el romanticismo fue (más allá de representar una sensibilidad o un estilo) una teoría. Y constituyó, como señalan Lacoue-Labarthe y Nancy, el momento inaugural de la literatura como producción de su propia teoría y de la teoría que se piensa a sí misma como literatura, dando lugar a una época crítica.

El objetivo original de este libro fue dar a conocer los textos en los que se efectuó dicha operación, pero acompañándolos teóricamente. Por eso los autores proponen una lectura alternada de la producción del romanticismo y de algunos de sus trabajos sobre esos textos, que intenta no limitarse ni a su mero registro ni a su mera teorización.

De los doce textos del romanticismo incluidos (traducidos en esta edición directamente del alemán), diez se publican íntegramente (las excepciones son Lecciones sobre el arte y la literatura de August Schlegel y Filosofía del arte de Schelling). De este modo, esta edición ofrece una traducción doblemente cuidada, que trabaja desde los idiomas originales de los textos (francés y alemán, según corresponda).

En definitiva, pese a haber sido traducido por primera vez al español hace alrededor de dos años, El absoluto literario es considerado ya un clásico y una de las más destacadas colaboraciones de dos de los mayores exponentes del pensamiento francés contemporáneo.

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