Una lectura de Diario de una ama de casa desquiciada, de Sue Kaufman (Libros del Asteroide).
Por Cecilia Boullosa.
Tina Balser, la protagonista de Diario de una ama de casa desquiciada,
se encierra en su cuarto y comienza a escribir un diario. Es eso o
tomarse un vaso de vodka antes del mediodía. Es eso o abandonar a su
marido, un abogado snob y bastante aburrido, cuya máxima preocupación es
que lo inviten a los cócteles más animados del Manhattan de los años
´60 (aunque la fiesta le es esquiva, siempre parece estar en otro lado).
Tina intenta ser una ama de casa modélica de la época -no repetir el
mismo menú de todos los años para el Día de Acción de Gracias, llevar
las camisas a la tintorería, acordarse de sacar a pasear a Folly, su
caniche, telefonear a su círculo social para rechazar o aceptar
invitaciones, enviar postales de Navidad- pero siempre está a un tris
del derrumbe psíquico o anímico, el horror vacui a la vuelta de la esquina, cualquier tarde. Como la Laura Brown, de Las Horas de Michael Cunningham (interpretada de manera exquisita por Juliane Moore en la versión filmica) o Betty Draper en Mad Men,
Tina Balser pertenece a esa última legión de mujeres antes de que el
feminismo comenzara a ponerse más combativo y ganara sus batallas
decisivas.
Y como Laura o Betty, Tina elige sus puntos de fuga para no hacer
volar todo por los aires: en su caso, la escritura minuciosa en sus
cuadernos y un amante para la hora de la siesta. No son la salvación,
pero son una tabla de la cual aferrarse por momentos.
Tina hace listas. Escribe qué cosas le dan miedo. Los ascensores, los
tuneles, los aviones, los trenes, los subtes, las polillas peludas, los
tiburones, los violadores. Después cierra el cuaderno y se toma seis
tranquilizantes y un trago de vodka para asistir a una reunión de madres
en el colegio de sus hijas.
Donde peor la pasa es en los cócteles a los que la arrastra su marido. Regidos por la lógica del show off,
se siente poca cosa -no tiene nada de qué jactarse- y termina
invisibilizada en los rincones, detrás de las cortinas. Hasta que conoce
a un escritor teatral con el que comienza un affaire.
Diario de una ama de casa desquiciada fue el libro más
exitoso de Sue Kaufman (Nueva York, 1926-1977) y está considerada una de
las novelas fundacionales de la nueva conciencia femenina que comenzó a
emerger a mediados del siglo pasado en Estados Unidos. Se publicó por
primera vez en 1967 y tres años después se trasladó al cine. Con una
prosa inteligente y divertida, Kaufman pinta con detalle una época y un
lugar, la tormenta interna de una mujer antes que se desataran con furia
las externas.
Es cierto que a 45 años de distancia algunos vaivenes de la trama
pueden sonar ingenuos (el final, que no vamos a contar, por ejemplo),
pero en otros aspectos puede ser muy contemporánea. Si no para las
mujeres trabajadoras de las grandes ciudades como Manhattan o Buenos
Aires para miles de desperate housewives que en suburbios y barrios cerrados llevan intentos de vida módelica al borde -muchas veces- del derrumbe.
NOTA COMPLETA EN EL BLOG DE ETERNA CADENCIA
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