viernes, 24 de enero de 2014

"El desierto y su semilla", de Jorge Barón Biza (Eterna Cadencia), en El popular.


Novedad de la editorial Eterna Cadencia
El rostro de la tragedia
Con "El desierto y su semilla" Jorge Barón Biza buscó exorcizar los fantasmas de la tumultuosa relación entre sus padres, lo que determinaría su vida pero también su muerte. Un relato profundo, fuerte y doloroso acerca del amor y sus consecuencias.
Jorge Barón Biza se suicidó en el 2001 y 'El desierto y su semilla' fue su única novela.
Rodrigo Fernández

rfernandez@elpopular.com.ar

Especial para EL POPULAR

"Se puede montar en ira y dirigirse, sin embargo, hacia la reconciliación. La ira llega al otro, lo toca, los une y los separa. Pero cuando alguien intenta separar la ira de la reconciliación, entonces la ira es sólo odio, puro, frío, aislado, sin grandeza" dice uno de los personajes de "El desierto y la semilla", la única novela escrita por el periodista Jorge Barón Biza que la editorial Eterna Cadencia rescata del olvido y pone a disposición de los lectores.

La vida de Barón Biza estuvo signada por la tragedia. Su padre le arrojo ácido a su madre en el rostro y luego se suicidó de un tiro en la cabeza. Su madre lo haría unos años después, arrojándose por la ventana de su departamento. Poco después su hermana también tomaba la decisión de quitarse la vida. O sea que a nadie tomó por sorpresa que en el 2001 se arrojara al vacío desde su departamento cordobés.

"Después del tercero, las personas corren a cerrar la ventana cada vez que entró en una habitación que está a más de tres pisos" escribió en la solapa de la primera edición de la novela. Quizás previendo que la muerte trágica lo perseguía como un sabueso que no iba a abandonar su rastro. Barón Biza escribe "El desierto y su semilla"para exorcizar aquellos fantasmas que lo perseguían, como bien remarca Nora Avaro en el prólogo de la edición publicada por la editorial Eterna Cadencia, y traza la trágica historia de su familia.

Arón Gageac cita a su esposa en su departamento para finalmente firmar el divorcio y ponerle fin a una relación que ya llevaba varios años entre el amor, el odio y la violencia. Hasta allí la acompañan sus abogados y su hijo Mario. Arón los invita con una bebida y ninguno registra a tiempo el rápido movimiento con el que levanta un vaso y le arroja su contenido a Eligia en el rostro. Desde allí todo su vuelve incomprensible. El auto, la avenida llena de gente, el rostro de Eligia cambiando por el ácido que trabaja deprisa sobre la piel, la tranquilidad de ella y la desesperación de los otros que ven la mutación. Mario asiste a todo como fuera del mundo. Mira, ve, oye, pero todo pasa por su mente como un ensueño. Mientras el rostro de Eligia se deshace, Mario busca señales que puedan explicarlo todo: su vida, la de sus padres, el amor pero también la tragedia.

"Derrumbe constructivo del enigma" dice el profesor Calcaterra mientras observa la cara transmutada de Eligia en su clínica de Milán, adonde han llegado para la próxima parte del tratamiento. Allí Mario continuará su búsqueda desesperada para encontrarle un sentido a toda su existencia, recorriendo las calles de la ciudad italiana junto a Dina.

Con "El desierto y su semilla" Barón Biza logra un relato que por momentos transmite un dolor profundo cargado de cinismo, en otros se percibe una tristeza infinita. Un novela donde la tragedia es protagonista aunque el autor logra convertirla en un hecho artístico que la supera. "Como las palabras, las apariencias pueden leerse también y, de entre las apariencias, el rostro humano constituye uno de los textos más largos" escribió John Berger.

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