lunes, 31 de marzo de 2014

"Las crisis nunca son para todos". Entrevista a Gabriela Cabezón Cámara sobre su último libro; "Romance de la negra rubia" en Infobae.

Por: Matías Méndez Especial para Infobae
Gabriela Cabezón Cámara habló con Infobae acerca de su nueva novela, Romance de la Negra Rubia, en donde artistas de vanguardia, movileros de televisión y punteros políticos se enfrentan por el desalojo de un edificio tomado. "No soy una escritora marginal, soy una persona marginal", afirmó

Es el mes de febrero de 2002 y Argentina atraviesa una de las peores crisis de su historia. Las imágenes dantescas se suceden en las pantallas de televisión pero Gabriela Cabezón Cámara se detiene en una que ve en un diario: un hombre se prende fuego, su silueta incendiada aparece en el centro de la fotografía que en los costados permite advertir la bota de un policía que se va. Faltan años para que Gabriela sacuda al mundo literario con La Virgen Cabeza y aún queda más tiempo para que vuelva a sorprender con Beya, la novela gráfica que hizo en coautoría con Iñaki Echeverría y que se basó en su segundo libro Le viste la cara a Dios.

Gabriela mira la foto una vez más y lee que se trata de Rubén Arias, un canillita de 37 años y siete hijos que había avisado que si lo desalojaban del edificio se quemaba a lo bonzo. Entraron y se quemó. Agonizó quince días y murió en un hospital. Todo eso lee Gabriela. Pero la crónica no termina ahí y ella sigue con su lectura, entonces se entera que a las dos semanas le devuelven el edificio a los mismos que lo habían tomado. Y Gabriela piensa en el sacrificio. Durante años piensa en el sacrificio. Quizás lo piensa porque ella viene de ahí. Y desde ahí escribe y dirá que en ese momento es ella "en el sentido más amplio" y que en ese momento no transa con nada. "No negocio con nadie, nadie me dice que tengo que usar oraciones cortas ni ninguna estupidez por el estilo", cuenta Gabriela cuando confirma que la literatura es su campo de batalla.

Doce años después de aquella foto, Gabriela Cabezón Cámara presenta Romance de la Negra Rubia. La novela cuenta la historia de una chica que se prende fuego con querosene para enfrentar el desalojo de un edificio de artistas. Ese "sacrificio fundante" del que sobrevive será el punto de partida de estas setenta y siete páginas que transformarán a la protagonista en una líder política territorial codiciada por los partidos y venerada por sus vecinos. Artistas, cámaras de televisión, punteros políticos y la construcción de poder a través del mito, aparecen en la esperada novela que publicó Eterna Cadencia.

"La negra rubia es una chica que se define por sus acciones", cuenta Gabriela en la redacción de Infobae sobre la protagonista -que es también la voz narradora- y precisa: "La casa de la poeta quedaba en un edificio tomado por artistas que estaba por ser desalojado y cuando entra la policía, la negra rubia -que todavía era negra- estaba bastante fuera de sí y como había querosene, porque habían cortado la luz previo al desalojo, se lo tira encima y se prende fuego. No se muere y así va a ser como se vuelve líder y rubia: es un ascenso social".

-Quemarse a lo bonzo le genera un quiebre en su vida, el sacrificio fundante del que habla la novela.

Sí, es el punto de partida. Imagino que la negra rubia en su vida anterior venía zozobrando y que ese quemarse a lo bonzo es el fondo.

-¿La tragedia como arte? En la novela la Negra Rubia habla de performance

Ella termina viviendo en este edificio de artistas y de cualquier cosa hacen una obra. Al mismo campamento de después del desalojo lo llaman instalación. Ella ya era artista, era poeta y un poeta es un artista, pero sumada la ola de los artistas plásticos se empieza a dar cuenta que ella misma puede ser arte, que así como lo hace Marina Abramovic o Nicola Constantino con su propio cuerpo, ella también puede y esa herida tan bestial, esa marca tan clara, puede ser tomada como parte de una instalación.

-Pero al mismo tiempo eso implica una redefinición política de ella que se transforma en líder.

De lo que ella se da cuenta, no sólo cuando sobrevive sino cuando está en condiciones de manejarse en forma autónoma en la sociedad, es que ese sacrificio de ella le vale el interés de algunos grupos políticos y ese interés redunda en beneficios. Por supuesto que también le vale el agradecimiento de la gente que vive en el edificio del que finalmente toma propiedad legal porque las autoridades aceptan el sacrificio de ella y de otros dos graciosamente. A mi me empezó como una reflexión acerca del sacrificio humano. Lo que le pasa a la Negra es que goza de los beneficios del sacrificio, que son beneficios políticos, determinados sectores políticos quieren contar con esa sacrificada en sus filas, quieren que les firme solicitadas, que esté en las marchas. Ella empezó a darse cuenta que puede lograr cosas y le gusta tener poder.

-"Se hicieron míos y me hicieron suya los míos", dice la Negra Rubia y ahí está lo que la constituye.
Ella empieza a ser otra cuando tiene que ver con una comunidad. A través de este sacrificio y de la irrupción de las cámaras de televisión, de las posibilidades tecnológicas contemporáneas que permitieron que ese sacrificio fuera filmado y reproducido viralmente en todo el planeta, la comunidad es reconocida y ella es reconocida por la comunidad y por el resto de la gente. Eso la constituye por supuesto. De estar medio solo a ser líder en un minuto y enterarte cuando salís después de estar meses en un hospital.

-Esa idea del sacrificio está también presente en el cristianismo. ¿De ahí tu interés en la religiosidad popular que está presente en tu literatura?

Me interesa mucho el sustrato mítico de la cultura. Que es mucho mayor de lo que nos damos cuenta, en el lenguaje diario, en el lenguaje mediático, hay muchas palabras que podrían aparecer con mayúscula, como si fueran Dios. No sé; la libertad, los mercados, la crisis. ¿Qué es la libertad? Porque depende de quién habla, desde qué punto de vista, desde que perspectiva. Los mercados ¿Quiénes son? La crisis, ¿Por qué, cómo, cuándo, dónde? ¿Para quién? ¿Según quién? La crisis nunca es para todos. Hay como un sustrato mítico alucinante. La argentinidad ¿Me pueden contar que mierda es la argentinidad? El ser uno mismo, incluso. ¿Qué es? ¿Qué es la Patria? Depende cuándo, depende para quién. En ese sentido siempre pienso en algo que escribe Nietzsche cuando describe la etimología de la palabra malo, dice que esa palabra se origina cuando los arios invaden la Península itálica, los primeros "italianos", vamos viendo cómo varía el ser italiano, eran más morochos, los arios eran más blancos. Entonces los llaman negros, osea melas, una palabra griega, al latín pasa siendo malus, que sigue significando negro y de ahí significa mal, osea ese malus, viene a significar algo así como negro de mierda, que es lo que es el mal para mucha gente hoy. Es todo un campo de batalla. Ese sustrato mítico en la religión se ve mucho más claramente pero está todo el tiempo operando entre nosotros, aún cuando no queremos que opere.

-No quiero dejar pasar que dijo campo de batalla. ¿Su campo de batalla es la literatura?

Sí, absolutamente. Es lo que soy en el sentido más amplio. El sentido también va cambiando, pero ahí no transo con nada, no negocio con nadie, nadie me dice que tengo que usar oraciones cortas ni ninguna estupidez por el estilo. No supongo que mi lector es un idiota y voy a fondo con lo que yo puedo. Doy de mi todo. Es el lugar en el que pienso. No pienso mucho, soy una especie de animal que avanzo y avanzo y no se fija en nada, pero cuando escribo, pienso.

-Tiene una utilización de los signos de puntuación muy particular. ¿Cómo trabaja eso?

Trabajo mucho con la lengua porque es la materia que tengo. Eso tiene que ver con la respiración y con cierta resistencia a esa escritura tan artificiosa que parece natural. Nadie habla con oraciones cortas, nadie piensa con oraciones cortas, no veo porque eso se ha hecho naturaleza. Trato de respetar mi respiración, pero la respiración de cuando escribo que es una respiración muy barroca, con mucha vuelta. Me gustan los párrafos largos y resistir a ese imperativo que no sé de donde viene.

-Se podría decir que es una escritora orillera, de la que pone el ojo en los márgenes ¿Se puede definir así?

Es cierto, pero no soy una escritora orillera, soy una persona orillera. Incluso biográficamente: en mi familia yo tenía un lugar bastante marginal. Me fui apenas pude. Me he drogado, he estado sin trabajo, he estado sin casa, lo cual muchas veces se define como marginal y yo creo que es lo que le ha pasado a la mayor parte de la humanidad. Ese centro del que hablamos yo no sé quienes son. En general, todos hemos estado en algún margen y a mi me interesa ese estado. Ahí hay otro mito: habría un mito y habría una manera de vivir que compartimos todos. Mentira, no hay un centro y todos hemos estado en algún margen en algún momento. Casi todos,  todos no.

-Siempre tienen voz los excluídos en su literatura

Es lo que en algún sentido yo también soy y he sido. También es un ejercicio de resistencia porque ese centro no existe, la representación de ese centro es una ficción pero es más ficción que el paraíso terrenal. Si viéramos ese centro de gente normal, más o menos poderosa, probablemente veríamos a un montón de hijos de puta haciendo maldades. Es una ficción. O yo no lo veo o a mi no me interesa.

-La propiedad y la autonomía del cuerpo es constitutivo del discurso feminista. ¿Hay que leer bajo ese prisma el uso que la Negra hace de su cuerpo?

Puede leerse bajo ese prisma. Es una reivindicación feminista, en realidad la propiedad y la autonomía del cuerpo ha sido siempre un derecho del varón, así que también se podría leer así, una mujer que deviene más poderosa y, por ende, más masculina y también puede leerse como una reivindicación feminista. Para mi es natural pensar que una mujer es dueña de su cuerpo. Quiero decir, no lo siento como algo ideológico, es algo que es así. Nací mujer y siempre pensé que mi cuerpo era mío y por suerte, desde que soy adulto por lo menos, nadie me lo ha discutido.

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